10. EL ESTADO SOCIAL
La tradición
socialista
Si el interés de la tradición liberal se centraba en la libertad individual, en
la defensa ante los atropellos del poder político, la tradición socialista se
propone establecer la igualdad material, defender condiciones sociales y
económicas iguales para todas las personas. El siguiente cuadro recoge las
implicaciones de esta diferencia básica entre ambas tradiciones.
Esta preocupación por las condiciones sociales que hacen posible la libertad conduce al socialismo a controlar el mercado porque, aunque éste parece responder a la libertad individual, de hecho, al no existir igualdad de condiciones, oprime a unas personas frente a otras. El mercado no reconoce aspectos como la dignidad, el respeto o el reconocimiento recíproco, sólo entiende de mercancías.
TRADICIÓN
LIBERAL.
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TRADICIÓN
SOCIALISTA.
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Explicación
de la acción social desde el interés particular: competencia.
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Explicación
de la acción social desde la solidaridad: cooperación.
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Garantía de
la libertad individual y expansión de la libertad económica.
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Garantía de
la igualdad social y económica como condición del efectivo ejercicio de la
libertad.
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Defensa de
la propiedad privada: refuerza la competencia.
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Apoyo a
diferentes formas de propiedad colectiva: refuerza la cooperación.
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Separación
del Estado y la sociedad civil.
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Planificación
estatal de la sociedad civil.
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Importancia
del mercado como mecanismo de coordinación.
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Importancia
de la planificación pública de la economía.
Control
estatal del mercado.
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De ahí que el
objetivo básico sea interferir en el mecanismo del mercado, si no eliminarlo.
Para ello, los derechos de propiedad y el control de los medios de producción y
distribución de los bienes económicos deben estar en manos de la sociedad
considerada como totalidad -de ahí el nombre de «socialismo»- y ser
administrados en interés de todos para asegurar la igualdad social. El Estado
deja de ser un simple garante de la libertad para convertirse en el
representante del bien común, de los intereses de la sociedad.
El Estado
social de derecho
El Estado social de derecho incluye en el sistema de derechos fundamentales las
libertades individuales, y también la preocupación por la igualdad social. Para
ello, desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, el Estado ha ido
asumiendo un papel cada vez más activo en la sociedad civil, principalmente por
dos razones:
• Como respuesta a las exigencias de la justicia social, para hacer real la igualdad de oportunidades. Ello lleva a la expansión progresiva de los servicios sociales: educación, asistencia médica, protección de la vejez, del desempleo, de los grupos más débiles; redistribución de la riqueza mediante una política fiscal; seguridad social y pensiones de jubilación.
• Como respuesta a los problemas propios del sistema económico. La economía requiere una coordinación estatal para asegurar la eficacia y evitar las tendencias a la crisis. El aumento de la producción y la expansión de la demanda interna exigen, entre otras medidas, una política de pleno empleo, la función directiva del consumo mediante la política fiscal, la creación de empresas públicas y el aumento del gasto público.
En resumen, el Estado social, que ha tomado históricamente la forma de Estado del bienestar, intenta garantizar la satisfacción de ciertas necesidades básicas, para lo cual ha de ser eficaz económicamente.
Esta nueva concepción del Estado trata de asumir, como tarea propia, la protección de los derechos humanos de segunda generación, es decir, los derechos sociales, económicos y culturales. Con lo cual, el «imperio de la ley», que define al Estado liberal, incluye ahora una preocupación central por las cuestiones distributivas y la justicia social. De ahí que a partir de la Segunda Guerra Mundial los Estados actuales puedan caracterizarse por una economía mixta (privada y pública), una política liberal y un sector de bienestar social.
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